lunes, 5 de enero de 2015
La Investigación, el Estudio y el Trabajo en el marco del Desarrollo Industrial en Revolución
Por Miguel Caraballo, militante de la RNC
I.
Las actividades manufactureras efectuadas dentro de nuestras empresas de base tecnológica, y que vienen siendo promovidas por la política estatal, si bien obedecen a la necesidad imperante de incorporar a grandes masas de venezolanos al trabajo productivo con significado, no necesariamente aportan de manera directa a la disminución de la brecha tecnológica que durante décadas se profundizó en Venezuela gracias a las políticas neoliberales impulsadas por el fondo monetario internacional e implementadas por los gobiernos cuarto republicanos.
Las patentes por innovación tecnológica y las organizaciones de nivel mayor que se encargaron de normar los procedimientos y estándares industriales, determinaron las reglas del juego en ese triángulo metabólico donde participan la ciencia, las tecnologías y la producción a las órdenes de las políticas del capital en el abordaje de mercados.
La mayoría de las experiencias fabriles de base tecnológica venezolana, durante los años de la Revolución Bolivariana, han estado caracterizadas por ser de enfoque netamente ensamblador. Observando nuestro contexto económico-industrial, y nuestra circunstancia comparativa ante las dinámicas mundiales de investigación, y la adaptación de sus resultados a la producción industrial, surgen tres conclusiones que son apenas obvias:
• La remanencia del neoliberalismo y sus políticas orientadas a fortalecer una economía mono-productora, que derivaron en una progresiva y sostenida brecha tecnológica en el campo científico-industrial respecto al resto del mundo, nos hicieron netamente dependientes de las propuestas internacionales en el campo productivo no petrolero.
• La renta petrolera y la enorme capacidad de compra que se deriva de ella, a partir del ingreso de divisas, hacen fácil la creación y desarrollo de modelos de ejecución de proyectos, donde lo más atractivo no es la apropiación del conocimiento para la innovación, el diseño y la producción, sino la incorporación de estructuras que se basan en procesos productivos simples, donde la mayor complejidad se da más a niveles logísticos y administrativos que técnicos y productivos.
• Nuestros centros de estudios (universidades, tecnológicos, etc.), que en teoría deberían tributar en términos de generación conocimientos y proyectos de investigación, que se orienten a la solución de necesidades (planteadas como proyectos estratégicos de la nación) tienen, en su hacer cotidiano, agendas de desarrollo que en nada coinciden con el menesteroso contexto del desarrollo de las fuerzas productivas y, menos aún, con criterios estratégicos para la resolución de necesidades concretas de la sociedad en el marco de planes de desarrollo nacional. Esto ocurre con la mayoría, por no decir todas, las universidades autónomas del país.
Los fenómenos ocasionados por la renta petrolera involucran deformaciones de la economía, tales como la fortificación de las actividades de comercio e intercambio por encima de las actividades de producción (tanto material como intelectual) y el crecimiento de actividades financieras que superan geométricamente en tamaño a su sustento productivo concreto. Estas actividades económicas plantean un esfuerzo menor para el logro de altas ganancias y para la generación de índices de rentabilidad que son asequibles en tiempos menores que los implicados a través del trabajo productivo.
Nuestra política de industrialización, en el campo de la electrónica y las comunicaciones (por dar un ejemplo) durante estos años de revolución, inició su evolución a través de la creación de empresas cuyos procesos productivos se basan en el ensamblaje simple o también llamados procesos SKD (Small Knock Down). Estas empresas, además, fueron creadas a través de convenios binacionales de cooperación y tenían como meta inicial, la inserción de actividades manufactureras que nunca habían sido desarrolladas en el país, que tuvieran impacto desde el punto de vista de la tecnología involucrada, y que fueran de incidencia masiva.
En un ejercicio de análisis concienzudo a los convenios binacionales desarrollados con diversos socios comerciales de Venezuela, y que buscan alianzas para el desarrollo industrial y tecnológico en nuestro país, se hace necesario comentar que debemos precisar criterios que aborden la urgente necesidad de incorporar iniciativas, que vayan orientadas a la concreción de proyectos que involucren el estudio de conocimientos y herramientas, para la conceptualización científica, para el diseño, para la adaptación de propuestas a la producción y para el dominio de las técnicas productivas basadas en la transformación de materia prima a diversos niveles.
Por otro lado, y abordando un tema más logístico-organizativo, se hace necesario caracterizar no sólo el perfil de nuestro parque industrial en el contexto actual, sino las condiciones que describen sus necesidades, desde el punto de vista del acceso a soluciones que incluyan:
• Apoyo local en la generación de propuestas integrales para la optimización de procesos productivos.
• Apoyo local en la generación de propuestas de sustitución tecnológica que apunten a la soberanía e independencia en las técnicas de producción.
• Apoyo local en el acceso a partes y piezas necesarias para la ejecución de procesos productivos, con valor agregado intelectual y manufacturero nacional.
• Apoyo local en el diseño y validación de nuevos productos.
• Apoyo local en el diseño y certificación de procesos orientados a la producción industrial.
• Apoyo local en la adaptación de propuestas innovadoras para la producción.
Haciendo un análisis de este contexto y de las características de las necesidades, pudiera obtenerse una lista de criterios no sólo para apoyar de manera puntual a cada una de las experiencias fabriles de nuestro parque industrial, que ya es algo significativo, sino para generar y dimensionar con certeza cualitativa y cuantitativa, propuestas fabriles adaptadas a la resolución concreta, y de manera masiva, de las necesidades de nuestro entramado industrial, y que además sean sustentables.
Si asumimos, como premisa fundamental, que la creación de nuevas empresas dentro de un plan de desarrollo industrial nacional, va orientada al crecimiento de nuestra sociedad no sólo en términos económicos, sino en términos del dominio de conocimientos científico-tecnológicos, del acceso a la información y en definitiva de nuestra libertad, independencia y soberanía productiva, donde el eje central es el ser humano y su relación respetuosa con el medio ambiente, entonces se hace necesario un replanteo de cuáles son las acciones concretas a tomar para un desarrollo industrial coherente con esta premisa.
II.
Una fábrica normalmente posee una estructura funcional que obedece al fin productivo para la cual fue concebida, pero en general expresa un esquema repetitivo al cual obedecen todas las demás. En el acceso a las maquinarias (herramientas de transformación de materia prima), el acceso a las tecnologías que las dominan, y la manutención y mejora de esas tecnologías, se encuentran los puntos más neurálgicos del devenir industrial.
Adicionalmente, la procura de materia prima, que en la gran mayoría de los casos es de procedencia extranjera, se convierte en un grave problema cuando las condiciones geopolíticas son adversas. Más aún en el caso venezolano, netamente dependiente de la renta petrolera y desarrollada a través de la venta de crudo a nuestro principal cliente comercial, que es a la vez nuestro principal contendiente ideológico.
Nuestras empresas manufactureras, basadas fundamentalmente en el ensamblaje primario, se han enfocado prioritariamente en el concepto de transferencia tecnológica, cuando lo prioritario es la aprehensión del conocimiento. Así, la mayoría de nuestras iniciativas industriales deberían ir orientadas a la concreción de experiencias de mayor contenido científico y no de intercambio de documentación para la operación de máquinas y equipos.
Los centros fabriles, una vez ya instalados y en funcionamiento, generan requerimientos que varían dependiendo del área productiva que explotan. Estos requerimientos pueden ser en las áreas de la metalmecánica, la electrónica, automatización, optimización de procesos, etc. Normalmente los requerimientos son hechos a los proveedores de maquinarias y materias primas, y estos proveedores en un muy alto porcentaje son de origen internacional. A simple vista pudiera pensarse que el problema principal radica en los tiempos de respuesta para el soporte técnico, el laborioso procedimiento para la importación de partes y piezas y la confiabilidad del proveedor en cuanto a calidad y repetibilidad de sus estándares. Pero el problema de fondo está en la autonomía en el acceso y la manipulación de las tecnologías relacionadas a los procesos medulares de la producción en cada espacio fabril.
Esto, inexorablemente se repite en cada espacio territorial con sus agregados de transporte, servicios etc.
La sociedad expresa necesidades reales y creadas; estas últimas son las que privan en el desarrollo de experiencias fabriles, prioritariamente desde el sector privado a través de las prácticas del capital, y se sustentan en proyecciones de volúmenes de venta en períodos determinados de tiempo, mas no en estructuras de producción que apunten al desarrollo humano y de la sociedad a través del dominio tecnológico y de la aprehensión de conocimientos.
Nuestros centros educativos de nivel superior, principalmente las universidades autónomas, platean sus programas de estudio en función de generar profesionales que, si bien pudieran poseer las nociones elementales de sus carreras técnicas, no están formados para enfrentar con criterios de gerencia social y nacional los retos industriales, científicos y tecnológicos que se plantea el país.
Ante todas estas aristas del entorno industrial, se justifica y se requiere un plan integral de trabajo, orientado no sólo al levantamiento de información para posteriores caracterizaciones, sino para el abordaje pleno de los planes estratégicos de la nación en aras del fortalecimiento industrial y de su aparato de sostenimiento científico-tecnológico.
La comuna, como expresión viva y tangible del nuevo modelo organizativo, político y económico de la sociedad socialista que pretendemos, es la célula donde el conocimiento, como herramienta de ejercicio de poder real y en manos del pueblo, jugará un rol fundamental en la construcción de ese aparato productivo que necesitamos.
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