miércoles, 3 de noviembre de 2010

ULTIMOS ARTICULOS DE LA SERIE..

Concluyendo con las ocho cuartillas que nos envía el camarada José Manuel, entregamos los últimos dos artículos..

Esperamos sean parte del debate necesario en la praxis revolucionaria.



¡Que tres erres ni ocho cuartos..! (7)


JM. Rodríguez


El nuevo municipio comunal


Las ciudades comunales, o ciudades-municipales, serán la versión socialista de nuestras actuales ciudades (con consideraciones especiales para cada caso, sobre todo, para Caracas). Ellas pueden extenderse abarcando algunas pequeñas comunidades cercanas o, por el contrario, pueden ser compactas. En todo caso serán diversas, autónomas y sustentables, dotadas de territorios alrededor de ellas que faciliten el trabajo productivo. Serán gobernadas por los consejos comunales, y los consejos de trabajadores y de estudiantes, confederados en comunas. Esos consejos confederados son los que le otorgan a la ciudad y a su territorio aledaño, carácter integral y sistémico y, a su vez, la ciudad les da a ellos efectiva organicidad convirtiéndolos en su gobierno natural.


Estas ciudades-municipios formarían la base de una nueva estructura espacial-territorial pues deberán incorporar a ellas las áreas cercanas que se tenían como rurales y que ahora pasarán a ser parte de las zonas productivas de la comuna. Y, por otro lado, estas ciudades-municipios van conformando los Distritos Motores del Desarrollo, coordinados por gobiernos regionales en función del interés nacional.


Así se iría organizando el territorio venezolano en tres nuevos ámbitos: el de las ciudades-comunales o municipios-comunales (seguro que son más de ochocientas), todas con gobierno propio. El segundo ámbito lo formarían los Distritos Motores del Desarrollo que pueden agrupar varias ciudades cercanas con potencialidades semejantes. Por último tendríamos los territorios federales, que son aquellos asociados a procesos industriales básicos vinculados con acciones estratégicas, y también aquellos que constituyen reserva nacional, que son parques u otro tipo de áreas de administración especial y de interés para la defensa nacional; que deberán estar bajo control del gobierno central.


Estoy hablando de que las ciudades venezolanas, grandes o pequeñas, en la medida en que se desarrollan en ellas las comunas, con sus diversos consejos, deberán convertirse en los nuevos municipios bolivarianos, dotados de una poligonal que incluiría, además de las tierras urbanas, aquellas tierras no residenciales dedicadas al cultivo, a la cría, la industria o cualquier tipo de producción que forme parte del sustento de esas ciudades. Por ejemplo la ciudad socialista de Valera, o de Los Guayos, tendría como parte de su potencial a la empresa nacionalizada Owens Illinois, que debería quedar bajo el control y operación de su consejo de trabajadores. Igualmente estarían incluidos en esa poligonal aquellos sitios o lugares naturales, turísticos y del patrimonio, que son parte constitutiva del paisaje cultural de los ciudadanos.


Principios para avanzar hacia las ciudades socialistas. Todos ellos requerirán de decisión y voluntad revolucionaria, y de años de esfuerzos:

1. Facilitar la organización del poder popular autónomo, impulsando la confederación de los diversos consejos para conformar comunas.

2. Elevar el nivel de conciencia promoviendo la solidaridad y el colectivismo.

3. Definir planes de desarrollo, integrados a los distritos, y sobre las potencialidades reales y la producción colectiva.

4. Entregar a los consejos comunales, de trabajadores, campesinos y estudiantes, el trabajo de atención a los desequilibrios urbanos, sociales y económicos (esto desmonta la estructura burocrática de las alcaldías).

5. Establecer coordinación y corresponsabilidad entre las comunas y los gobiernos regionales y central (el alcalde en la transición es solo un enlace).

6. Delinear los dos bordes que conforman el espacio político-administrativo de la ciudad: el espacio urbano y el espacio de sustento y recreación de la ciudad.

7. Transferir a las comunas el control social de los medios de producción, incluyendo todos los ejidos urbanos y los terrenos baldíos, es decir, el territorio que tiene valor para el colectivo.


Creo que los tres primeros se explican por sí solos y, tal vez, los cuatro últimos requieran de alguna ampliación. El cuarto y quinto principio establecen lo que sería, en mi opinión, la tarea central de los alcaldes de la revolución en este periodo de transición (por eso hablaba en el artículo 2 de los cuadros políticos del gobierno, ellos o son revolucionarios o no son cuadros). El sexto está referido a los dos bordes que tendría la ciudad: el borde urbano determina los límites de crecimiento de la ciudad. El segundo borde, que es el límite definitivo de esa ciudad-municipio, contiene aquellas tierras de propiedad colectiva, que tienen la función de dar protección natural, sustento económico y recreación a la ciudad. El séptimo principio requiere de una acción legislativa que facilite esta entrega de activos y el traslado de los ejidos a propiedad colectiva, igualmente la expropiación forzosa de los terrenos baldíos. Tal cosa no afecta la propiedad individual de las edificaciones que estén, o se construyan, sobre esa tierra, siempre y cuando estén destinados a vivienda principal y a actividades comerciales y productivas de carácter familiar.



Para concluir con las tres erres ni ocho cuartos (8)

JM. Rodríguez


El caso de Caracas


Con este último artículo espero que quede claro que no hay arrogancia tras la exclamación que dio título a esta serie. Cada una de esas erres requiere de un plan concreto que elimine al voluntarismo, más aún si se trata de Caracas, porque ella, la propia ciudad del subdesarrollo capitalista, es clave en este proceso. No hay síndrome capitalino en esto, tiene que ver con aquello de “seguir el ejemplo que Caracas dio…”


Tres aberraciones marcaron su crecimiento: liquidación de su pasado histórico, manos libres a la especulación de la tierra y las migraciones masivas desde el campo abandonado. El terrible daño de la exclusión está hecho. Es casi imposible, ahora, enderezar los entuertos de la estructura urbana que soporta la ciudad sin apelar a vaciamientos y traslados masivos, que es cosa tan aberrante como las causas que originaron tales entuertos.


Son enormes las devastaciones físicas y sociales, que este crecimiento informe y perverso produjo. Me estoy refiriendo a la segregación de la población que excluyó a los pobres de toda área urbanizada lanzándolos a ocupar aquellos lugares en los empinados cerros donde la voracidad inmobiliaria aún no se había posicionado. Esos lugares se ocuparon con precarias viviendas, edificadas en terrenos banqueados con las uñas, y muchas veces regados con sangre (el concepto capitalista de salario no incluye el costo de la vivienda y aún así lo continuamos viendo). Y como si fuera poco, esos lugares, desprovistos de los servicios más elementales y de espacios públicos equipados, están, además, azotados por la delincuencia. ¿Qué revolución es esta?


Sobre Caracas pesa, y he aquí el asunto, una complicación adicional: una estructura administrativa y jurídica incoherente que creó artificialmente una alcaldía metropolitana inútil frente a cinco municipios autónomos (fue parte de las manipulaciones políticas de aquellos que infiltraron, desde el comienzo, la revolución bolivariana). Esto descompuso perversamente la gobernabilidad de la ciudad. Y ahora, con la pretensión de restar influencia a esa alcaldía metropolitana cuya perniciosa existencia siempre fue evidente, se creó un gobierno del distrito capital que no es tal. Todo esto ha sido una estupidez política nuestra.

Este fraccionamiento del gobierno de la ciudad, junto a la circunstancia de que esa alcaldía metropolitana y cuatro de los cinco municipios, están en manos de la oposición, hace muy difícil planificar su futuro. Pensar que, a pesar de esto, sea posible desarrollar un verdadero poder popular es una ingenuidad. Los consejos comunales que se puedan constituir estarán, como sucede con los demás municipios del país, mayoritariamente bajo control de la alcaldía respectiva, y controlados por la contrarrevolución, o en todo cado bloqueados por ella. Y esta situación político-electoral no parece reversible a corto plazo, y ¡cuidado si no se agrava!


¿Qué hacer entonces? Liquidar, de manera inmediata, el voluntarismo inorgánico con el que el gobierno opera en Caracas, creando una autoridad única que centralice todas las acciones que realizan en esta ciudad los diversos organismos públicos. No hablo de una persona sino de un Consejo de Gestión de la Ciudad, integrado paritariamente por funcionarios de gran experiencia y capacidad demostrada y delegados patriaomuerte de los consejos comunales confederados por parroquia. ¿El propósito? Poner en marcha en los barrios, con todas las empresas posibles y los consejos comunales existentes, el Plan del Buen Vivir (esto no hay que describirlo más allá de que la vivienda tiene que pasar a ser parte del salario familiar). Esta es una tarea a corto plazo (estoy hablando de aquí al 2012), no hay más tiempo, y debe extenderse por toda la ciudad como una demostración de la capacidad, la disciplina y la seguridad que puede ofrecer el socialismo.


Si superamos esta fecha, podemos ir luego a un referéndum que convierta en constitucional este experimento. Es decir: sustituir la estructura actual por la de un distrito capital de verdad, que contenga a los cinco municipios reestructurados en comunas, con un alcalde (ahora sí mayor), elegido por los ciudadanos del distrito, y cinco intendentes que estarían bajo la coordinación obligatoria de esta autoridad distrital. Esos intendentes serían designados y supervisados por la confederación de comunas de cada municipio, siendo de libre nombramiento y remoción en cualquier momento por las asambleas de esas confederaciones (esto no sólo es importante sino además muy bueno). Ellos actuarían como administradores de la ciudad en sus localidades específicas, con casi todas las mismas competencias que ahora tienen los alcaldes tradicionales.


En manos de la autoridad distrital electa quedaría todo aquello que tiene la escala metropolitana: el plan general de ordenación urbanística, con sus patrones de crecimiento, densidades y usos; el abastecimiento de alimentos, la disposición de residuos y desechos sólidos; los servicios metropolitanos, vías rápidas y corredores e interconexiones viales; el transporte (sistema metropolitano superficial y las interconexiones hacia los barrios); el sistema de salud, de educación, de seguridad ciudadana y el sistema metropolitano de espacios públicos.


Para esto, y sustituyendo a las actuales cámaras municipales, las asambleas de voceros y voceras de las comunas confederadas, designaría en cada municipio, además del intendente local, a los delegados a la Asamblea del Distrito Capital (igualmente de libre nombramiento y remoción en cualquier momento), en proporción al número de comunas locales. Esta asamblea sería la máxima autoridad de la ciudad (por encima del alcalde mayor). La propia democracia participativa en toda su plenitud, con escuálidos y todo.



RUMBO AL ESTADO COMUNAL

comunacariagua@gmail.com

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