lunes, 10 de noviembre de 2014

El rentismo: hay que meterlo en la vitrina vieja de los cachivaches

Por Arnaldo Guédez, Historiador y Profesor Universitario Vivir de la renta o lo que es lo mismo, de los beneficios que produce una actividad económica que no es producto directo de nuestro trabajo ni del esfuerzo para la producción de bienes, representa un principio parasitario de la economía, éste es el principio sobre el cual se edificó el sistema bancario capitalista (ver la historia de Rufus, Quiero la tierra más el 5% en www.relf.com, I want the Earth Plus 5%) en la historia oculta del mundo de Paul Koch. El trabajo productivo liberador y sin explotación para la acumulación de capital, es el principio o la contraposición a la producción rentista. Acá en Venezuela se ha planteado el tema, pero pareciera que los mecanismos perversos que generan la dependencia a la economía rentista correspondiente a la explotación petrolera, producen una especie de sujeción irrompible a los mecanismos creados por la economía rentista, que limitó todas las posibilidades de desarrollo al tema exclusivamente petrolero. Este hecho hizo que el petróleo en vez de convertirse en una fortaleza sea una gran debilidad debido a las características de los ingresos que emanan de esta actividad extractiva, traduciéndose en un elemento de dependencia casi absoluta en detrimento de otras actividades económicas como la agroindustria, agricultura, manufactura, promoción del turismo, entre otras. Entonces, la dependencia petrolera hizo común ese mal dicho de que "somos un país con real" y con ello pretendemos solucionar todos nuestros problemas. Esta concepción económica desnaturalizó nuestro sistema de desarrollo creando la cultura rentista que se convirtió en un fenómeno enraizado en la conciencia del venezolano, muchas veces desalojando de nuestro ser, la cultura del trabajo. Se hizo común la lógica: “si tenemos divisas es más fácil, comprar que producir”, y nuestros grandes compradores de petróleo a su vez aplican la lógica de: "véndeme  petróleo y yo te garantizo la venta de los alimentos y bienes manufacturados". Esta acción transfiguró nuestra economía y creó un sistema en el cual casi todas las actividades del país pasaron a depender de una u otra forma de la actividad petrolera, la cual ha servido para sostener sobre todo a una clase empresarial que ha vivido de la renta petrolera, haciendo de sus actividades una simple extensión de la renta. De igual forma, se constituyó o construyó a raíz de la renta, un Estado capitalista pesadamente burocratizado y paquidérmico que absorbió una cantidad inmensa de seres humanos que aspiran a vivir de la renta petrolera, así la burocracia estatal conformó una masa gigantesca de servidores públicos que viven casi exclusivamente de la renta petrolera, sin importar la productividad del sector a la cual pertenecen."Al tesoro han ingresado cuantiosos recursos que han sido malversados en el mantenimiento de una copiosa burocracia, en la construcción de obras suntuarias,  enriquecer a una minoría de la población, entre otros, ésta es la demostración más evidente de cómo la dependencia en que nos ha mantenido sumisos los trusts internacionales ha deformado nuestra economía” (Salvador De la Plaza). La aplicación durante décadas de políticas populistas subvencionadas por los excedentes de la renta petrolera, constituyó para los gobiernos de derecha, una práctica cotidiana de hacer política, bajo la premisa de que en Venezuela "no había razones para no robar". Nuestra economía se fue sumiendo en una especie de barril sin fondo, al cual se le exigían recursos para financiar planes improductivos, generándose así, una gran deuda social que arrastramos hasta nuestros días, amén de la utilización de esos recursos para alimentar a una plutocracia y una mal llamada “meritocracia” petrolera que se convirtieron en unos verdaderos zares beneficiados a escala exponencial de la renta que genera la industria petrolera. Ahora a la Revolución se le plantea un dilema, evidentemente la gran deuda social acumulada producto de la ignominia de los gobiernos adeco-copeyanos de la IV República, había que saldarla con planes de asistencia social y generando iniciativas económicas productivas que sólo en el marco de otro sistema era posible cubrir. De allí surge el tema de las grandes misiones y en cierto sentido la aplicación de planes asistenciales sociales para lograr saldar esa deuda social acumulada. Aún hoy es necesario revisar el modelo a fin de romper definitivamente con el lastre que significa este modelo rentista, esa  perversidad impuesta que atrofia la economía y no nos permite concretar la propuesta socialista del siglo XXI orientada claramente en el Plan de la Patria. Ahora en las circunstancias en la que se prevé una disminución en los precios del petróleo, es el momento de poner a prueba lo aprendido durante estos años y demostrar que nuestro proyecto no está sustentado en la famosa "chequera" petrolera de la que tanto vociferan los sectores oposicionistas. En los primeros años de la Revolución era realmente necesario impulsar medidas que enfrentaran el problema de la pobreza extrema y otras terribles deudas del sistema rentista; superada esta situación, ahora se trata de desarrollar iniciativas que transformen y potencien las fuerzas productivas, estas formas propiciarán las fuerzas indetenibles de la historia. Para ello, estamos en la construcción de un sistema que haga posible la premisa bolivariana de la “máxima felicidad posible”, 

1 comentario:

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