Por: José Bonilla
Publicado en EL Comunero Hoy
El Estado, tiene una historia universal limitada en el tiempo y en el espacio. Los interesados en negar esta limitación, así como pretenden hacernos creer que siempre han existido pobres y ricos, nos quieren hacer ver que el Estado ha tenido eterna existencia. Esta actual maraña de mediaciones llamada Estado, ha venido constituyéndose en un proceso de pocos milenios de fracturas sociales e ideológicas que ha sufrido el humano como resultado del aparecimiento de las clases sociales en el seno de la humanidad.
El surgimiento de religiones, las fisuras y debilitamiento de los núcleos comunales, (gens) el nombramiento de jefes militares para las defensas, las guerras de apropiación de riquezas y posterior sometimiento de humanos por otros humanos (esclavismo), pero fundamentalmente las continuas divisiones sociales del trabajo, especialmente el dado, en la fijación de funciones entre el hombre y la mujer, a partir del aparecimiento de las formas patriarcales dentro de la familia, en la cual el hombre se impuso sobre la mujer convirtiéndola en la primera esclava que conoce la humanidad.
Súmese la separación trabajo manual – trabajo intelectual, mundo rural y mundo urbano, el desarrollo de las fuerzas productivas y el consecuente crecimiento de la población, para señalar algunos de los determinantes más importantes que van a permitir el surgimiento de unos grupos sociales o clases, que se van a imponer sobre otros grupos o clases, sometidas y expropiados de los instrumentos y recursos para trabajar.
Según Federico Engels, en “El origen de la familia, de la propiedad privada del Estado” en el caso de la sociedad griega, de donde nace la llamada cultura occidental y se echan las raíces del Estado actual, el aparecimiento de los jefes militares y religiosos, jueces, asoma la real posibilidad de la conformación de esa institución especial que mantenga esos privilegios ya iniciado con el derecho paterno, la herencia de la riqueza por los hijos, dándole a esa familia un poder económico que le va a llevar a oponerse a la comunidad. Es la nobleza hereditaria, quien se va a combinar con la generalización de la esclavitud, fijada en un primer momento para los prisioneros de guerra y luego extendida hasta los miembros de la tribu de donde salían los jefes de guerra, nombrados en Asamblea. La pelea por riquezas, tierras y áreas marinas entre tribus se hacen normales y comienzan a exigir esa institución que asegure las riquezas individuales, las consagre como propiedad individual tan poco estimada primitivamente. La posesión de riquezas, se eleva al fin último de la sociedad humana, y el Estado se inventa para ayudar a hacerlo posible. Su paso inicial, creación de un ejercito independiente de la comunidad armada, con funciones específicas de defenderse del exterior y de atacar.
Conformado el monopolio de la propiedad en sus diferentes tipos, acordes a los distintas modos de sociedad que han existido, se preparó el terreno para ir consolidando instituciones militares, religiosas, jurídicas, legislativas, ejecutivas (monárquicas o representativas) que entramadas en un conjunto de relaciones, hacen el cuerpo del llamado Estado que viene a garantizar el poder instituido en las relaciones entre las distintas clases, con la lógica hegemonía de quienes controlan los medios para producir los elementos de sustento y reproducción de la sociedad.
Este proceso histórico, tuvo características similares en todas las aglomeraciones humanas que por centenares de miles años se habían constituido organizadamente en comunidades, para mejorar las condiciones de vida del humano colectivo. Por ejemplo, los pueblos Dóricos, Jónicos, Itálicos, Germanicos y los iroqueses de Norteamérica, estos últimos estudiados por Lewis Morgan, transitaron caminos parecidos y conformaron modelos comunitarios de gran similitud, con las pocas o muchas diferencias que las múltiples relaciones naturales y humanas, le van estableciendo a cada comunidad.
Sin embargo, fueron Atenienses y Romanos, quienes asumieron formas más acabadas en las fracturas sociales, con claras diferenciaciones que originaron clases de intereses opuestos, crearon instituciones para garantizar el dominio de los nobles sobre el esclavo. Por allí ha transitado occidente en los dos milenios transcurridos después de la muerte de Jesús de Nazareth, luchador comunal y mártir de las luchas contra la opresión del imperio romano; y lamentablemente, tomado como símbolo de la iglesia más estatista que ha existido en la historia, al extremo de que es un Estado en si misma, y aval religioso del Estado de las sociedades serviles y capitalistas, sin dar señales de tener ninguna vergüenza
El Estado, es entonces engendrado en las sociedades de clase o donde estas estaban a punto de aparecer. Nació con el ya anunciado propósito, de reforzar un determinado poder de clase, acrecentarlo, protegerlo, utilizando cualquier mecanismo, divino o diabólico, dependiendo de las circunstancias y las llamadas correlaciones de fuerzas de las clases de la sociedad: Se le permite matar, perseguir, allanar detener, torturar, encarcelar, expulsar, descalificar, premiar, condecorar, se auto elige o nos conmina a elegirlo; se arroga la representación de toda la sociedad, legisla, ejecuta, juzga, aplica penas de muerte en las calles o en celdas, promueve y regula la actividad económica bajo las normas de la sociedad a la que pertenece, y hasta se “despersonifica” y disfraza de comunista, haciéndose “dueño” y qué socialista de la economía, y nos llena de teorías sobre estos “especiales modelos de socialización”.
En estos últimos casos, nos transmite como idea, la apariencia de haber eliminado la desigualdad social, porque ya nadie es propietario, todo pertenece al Estado y como el Estado representa a toda la sociedad, las diferencias sociales se esfumaron. En otra oportunidad iremos con este tema, propio de “¡si Luis!” o aquello más viejo de “yo te aviso chirulí”, con eso del Estado comunista. Los 70 años de la URSS, no es más que una evidencia que el Estado no es un ente liberador, ya que reproduce jerarquías y verticalidades, campo propicio para impedir que desaparezcan las desigualdades sociales y al contrario, terreno apto para reproducirlas. Es el mismo Estado convertido en Sociedad Política, levantado por encima de la Sociedad Civil, para sostener por la fuerza o el consenso, el dominio de la clase económicamente hegemónica dentro de la heterogeneidad de grupos y clases que componen la sociedad civil que no se come, porque el Estado reprime y atemoriza a los hambrientos.
No puede haber un Estado Comunista, son como el agua y el aceite, el odio y el amor, se repelen. El Estado es la negación del comunismo, porque la existencia de la comunidad como relación libre de la vida humana, sin clases, niega la presencia de un aparato especial que la geste, porque ella misma se gestiona directamente, sin intermediaciones ajenas. El comunismo es la negación del Estado, porque la existencia del Estado es la evidencia de la existencia de clases sociales y del dominio de unos humanos sobre otros.
Así fue creciendo este “nene de pecho” llamado Estado, amamantado, cuidado por esclavistas, señores feudales, las iglesias, los déspotas , los capitalistas y todos los que por diferentes vías, incluyendo al mismo Estado, han llegado al estadio de las clases económicamente dominantes. Hoy el Estado capitalista lo tenemos regordete, lleno de vida, aunque las transnacionales, detrás de las teorías neo - liberales, quieren debilitar a los Estados de países productores de materia prima, para reafirmar los saqueos, mientras por otro lado, buscan fortalecer las estructuras de los Estados donde las grandes empresas tienen sus principales centros de operación. Es la norma del más poderoso que impone las reglas del juego. Para ellos, es suficiente con un sólo Estado archi poderoso, para dominar (globalizar) el mundo, los otros, simples apéndices de este, serán débiles marionetas encargadas de justificar las mediaciones y apagar los conflictos domésticos de cada país. De tal manera la tarea más importante del Estado Militarista de hoy, está garantizada con el Pentágono y su servidora la OTAN.
Ese Estado fortachón, es esa complicada red de mediaciones que bloquea la posibilidad del conflictivo e histórico encuentro directo de las distintas clases sociales. Ante cualquier confrontación entre ellas, inmediatamente hace presencia cualquier instancia de la enredada telaraña estatal para resolverlo o complicarlo aún más, hasta que concilia las partes o decide a favor del más poderoso. Interviene la policía en un primer momento, para amedrentar. Si la policía no tiene capacidad en las acciones represivas, se manda a la Guardia Nacional (modelo paramilitar anti subversivo, creado por USA en la mayoría de países de la América Latina a lo largo de los años 30 del siglo XX).
Antes, o desde el mismo instante cuando aparece la policía en el conflicto, comienza a evaporarse, una de las clases actoras de la contienda, se esconde detrás de su mediador; (el aparato estatal). Por supuesto, esa clase es la que tiene el poder económico en un momento determinado. Solapada ella, deja al Estado enfrentándose con la clase que queda en el ruedo de la lucha, evidentemente es la clase más pobre quien exige derechos, más salarios, más democracia, o aún en caso más radical, niega históricamente la sociedad donde se encuentra sometida y se plantea la revolución.
Estamos viendo en un ejemplo cotidiano, la presencia de la enredada trama de mediaciones del Estado capitalista y su papel en la sociedad.. El filósofo Alemán Hegel, expone con claridad la necesidad de que las mediaciones ocurran y le da al Estado esa potestad, le define como ente el absoluto, donde se expresan los intereses de toda la sociedad. Obviamente, este intelectual burgués, sabía de las necesidades de defensa de las clases dominantes, y sin ambages, afirmaba que el Estado era el instrumento. Carlos Marx, captó en la critica a su paisano teutón, el carácter de clase del Estado, aunque en estos primeros trabajos, este critico pensador, no había superado, las concepciones democrático burguesas, ideas imperantes en el pensamiento de su época y que aún nos arropan como un manto gris que nos quiere impedir pensar de distinta manera. Marx, creía para entonces en la posibilidad de un Estado más democrático por el cual había que luchar, Hegel consideraba al Estado Prusiano como suficiente para resolver los conflictos dentro de la sociedad civil. Marx llega luego a la ruptura con los criterios burgueses del Estado, reafirmándosele con la experiencia de la Comuna de París, analizada por él en su trabajo “La Guerra Civil en Francia”.
Como se puede observar en el ejemplo que estamos poniendo, luego de fracasadas las negociaciones de palabra, cuando las hay, viene el uso de la violencia por parte del Estado contra el que se opone a lo constituido porque no satisface sus intereses. Si es un conflicto con los trabajadores, se inicia con los trámites legales, si no hay arreglos se van a producir enfrentamientos contra los órganos represivos, los cuales pueden ser sustituidos por el ejército u otras fuerzas militares, en caso de que el orden esté en inminente peligro.
Si luego de muchos muertos, se llega a concluir en el diálogo, se va a tribunales, intervienen jueces y abogados, transcurre mucho tiempo, los culpables por parte del Estado de que hayan habido muertos quedan sin castigo, los jueces deciden a favor de la clase dominante que no aparece ya directamente en el conflicto. Hay apelaciones en tribunales superiores, se va a buscar la intervención de la Fiscalía, se denuncia en el Congreso o en la Asamblea, se le envía una carta al Presidente, este, le da a otros la potestad de responder, que no por el azar coincide con las decisiones del Tribunal Supremo, las cuales avalan la de las instancias inferiores del cuerpo tribunalicio. Todo queda listo para que un conflicto de clase vuelva a tomar la forma del enfrentamiento directo, porque es allí, en la relación directa donde están los orígenes, pero mientras esté el Estado, el conflicto se trasladará desde la sociedad civil hasta la sociedad política donde el gran sujeto es el Estado y su poder de maniobra y represión. En ese juego cómico, va a estar la humanidad hasta que cesen los conflictos de clase, es decir, desaparezcan las clases sociales de las relaciones entre los humanos.
Esto mismo ocurre en cualquier actividad: Cuando los trabajadores para independizarse del salario, solicitan un crédito, para dar otro ejemplo; los montos solicitados a los organismos financieros del Estado, (a los privados no pueden acudir), están definidos en tan pequeña magnitud que los inducen a regresarse a su forma asalariada. Excusa de la burocracia estatal, que no poseen las garantías suficientes para una cantidad mayor o se nos mandan a otros organismos de carácter más social (para pobres). Cuando los créditos son aprobados, entregan los dineros cuando ya no hay tiempo para preparar los terrenos en el caso agrícola, o cuando los trabajadores han decidido emplearse de nuevo para poder subsistir. Esta conducta del Estado, no es un accidente o una casualidad. Está diseñado para hacer difícil cualquier gestión liberadora de las clases y grupos dominados. Lo contrario ocurre cuando una empresa poderosa o con buenos contactos en el gobierno; sus peticiones tienen respuesta casi inmediata, y no son solicitudes de créditos de 5 millones o 10 millones, son financiamientos, la mayoría de las veces mil millonarios, sacados de las instituciones financieras del Estado, mientras que sus propios capitales se hacen golondrinas.
El Estado aparentemente es neutro, pero en esencia no puede serlo, su origen así lo condiciona. Se conformó para mantener el dominio de una clase sobre otra, no para negarlo, ni negarse . Por esto, el Estado tendrá el destino de las clases sociales, mientras estas existan, existirá él y viceversa.
Pero ¿Podrán extinguirse las clases sociales y con ellas el Estado?. Claro que sí, son una creación histórica del humano y al igual que el humano ha vivido fracturado en clases sociales, mediadas por el Estado, también ha vivido sin presencia de estas y de una institución que la someta. Esto último, sin clases fue por millones de años, en tanto que en la primera forma, con clases, sólo dos decenas de miles y en estas decenas, el humano no ha dejado de luchar y bregar por devolverse la igualdad social plena. Ha sido precisamente, el Estado en sus distintas formas y con los distintos instrumentos, el mecanismo utilizado para impedirlo a costa de millones de humanos muertos, perseguidos exiliados o esclavizados.
Es obvio que no es fácil el camino que tenemos que transitar los trabajadores para recuperar, en las condiciones actuales, las relaciones humanas regidas por la igualdad. Nos tenemos que enfrentar, por una parte, a los hábitos individualistas adquiridos en esta sociedad donde hemos nacido y criado, y empezar a entender que las relaciones colectivas, comunales y autogestionarias potencian nuestras fuerzas productivas a niveles superiores que las que tenemos que enfrentar, porque están definidas bajo premisas distintas a las de la economía de guerra y destrucción propias del capitalismo, las fuerzas productivas de la autogestión, serán auténticamente liberadoras y armoniosas con el entorno natural donde nos desenvolvemos.
Por otra parte, borrar de nuestras mentes, las costumbres de esclavos asalariados que tenemos, poseer disposición a participar colectivamente donde todo se guiará por la solidaridad, la ayuda y el apoyo mutuo, la cooperación consciente y la amistad; tener conciencia del respeto por la naturaleza y por todas las formas de vida; entender que la autogestión es la verdadera vía libertaria y saber que hoy somos unos pioneros más de lo que la humanidad tiene que volver a poner en práctica para reestructurar, en condiciones distintas, las relaciones de igualdad que durante millones de años hizo feliz a todos los humanos, sin excepción.
Con lo que hemos señalado sobre el Estado, creemos que se hace evidente que la Autogestión es la anti tesis del capitalismo y la negación del Estado. La autogestión es, nuestro auto reconocimiento como seres que agrupados en una clase social, tenemos que organizar la vida de otra manera donde tenemos que dejar de ser esa clase, es decir, romper desde nuestras organizaciones sociales – productivas, desempolvarnos de la relación asalariada y todas sus manifestaciones en que nos mantiene el capitalismo a la mayor parte de los habitantes de la tierra, relación que nos define como proletarios al entablarla con los capitalistas quienes nos compran por un salario y por un tiempo (jornada de trabajo, para su exclusivo provecho, nuestras capacidades productivas y creativas
En Venezuela, tenemos al frente a un Estado que además de ser todo lo que hemos dicho, maneja las principales cuerdas de la economía. Pensamos, que las experiencias autogestionarias como corriente que abre un camino paralelo al capitalismo, dentro de la sociedad capitalista, tiene que tomar en cuanta esta situación, sabiendo que las finanzas privadas de los capitalistas, no serán fuentes de financiamiento para la autogestión a menos que les ofrezcamos altos beneficios, lo cual hace que las experiencias autogestionarias se vean peligrosamente hipotecadas. La principal fuente de financiamiento somos nosotros. Con el Estado, en caso de solicitud de créditos, deben establecerse en condiciones donde no tenga ningún tipo de injerencia interna en nuestras organizaciones, se funcionará como una empresa más que solicita un crédito con la presentación de un proyecto de factibilidad y los avales que lo sustentan; crédito que se cancelará con sus intereses y en los tiempos en que se negoció.
Este planteamiento lo hacemos, debido a las dificultades en que se vienen moviendo las experiencias autogestionarias para fortalecerse y desarrollarse, y servir de luz positiva para los otros autogestionarios y para el conjunto de trabajadores que están asalariados, y para los miles de desempleados que sólo ven como salida la obtención de un empleo para percibir salario. Esto nos lleva a fijarnos tareas colectivas para constituir instrumentos de financiamientos propios para la corriente autogestionaria, intercambio tecnológico de las distintas experiencias, crear espacios permanentes de intercambios de productos, coordinación de actividades, uniones de experiencias en una sola, entendiendo que la autogestión no aborda parcelas de la vida sino a toda ella.
Son tantas las tareas que debemos emprender que la mejor manera de saberlas, es reunirnos un día de estos, en alguna parte del país y compartir unos días juntos, hablando, cantando, hermanándonos, aprendiendo, definiendo, lo que tenemos que hacer como corriente que plantea otra manera de abordar la vida distinta a como nos enseña el capitalismo.
En síntesis, Estado y Autogestión son una doble negación, si existe uno, no existe la otra. La lucha por la autogestión de la sociedad la haremos los pueblos trabajadores, dentro de una sociedad de clases que posee un Estado vigilante y armado con todo para que la derrota capitalista no sea posible. Pero la haremos, no por la creencia en el inevitable futuro, sino porque creemos en la igualdad de los humanos, rechazamos la explotación cualquiera sea el tipo, y sabemos que los modos comunales de relacionarse los humanos, son garantía para la existencia de la igualdad humana, la experiencia nos ha dicho demasiado que el humano como conjunto, no necesita de una clase especial que lo dirija, ni de un instrumento especial que lo gobierne. Estamos seguros que:
Sabremos ser nosotros mismos
No tendremos a nadie por encima, ni por debajo
Porque seremos como el mar
Agua fértil para la vida
Como el inmenso cosmos
Energía vital
Comuneros de mente y corazón
Eso seremos,
Aunque no le guste al capital
Volveremos sobre este tema en el próximo número de “El Comunero”.
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