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domingo, 8 de febrero de 2015

La Crisis

Por Arnaldo Guedez
Reconocer el carácter de crisis del sistema capitalista, implica también probar nuestra capacidad de entender su carácter estructural y cómo debe ser nuestra manera de actuar en función de agudizar las contradicciones de clases para crear situaciones irreversibles de avance revolucionario. Es preciso entender, que en el marco de la sociedad capitalista es imposible superar los problemas coyunturales de la sociedad. El problema no es nada sencillo si no aceptamos que el presente nos exige un cambio profundo en las relaciones de dominación que ha engendrado el sistema capitalista a nivel planetario, caeríamos simplemente en la utopía tonta de pensar que el sistema puede destruirse a sí mismo, y que podemos solos, construir la sociedad del futuro: el socialismo. La historia reciente ha demostrado que este sistema atraviesa una de sus peores crisis, pero él no es suicida, es decir, no va a auto destruirse. Por el contrario, la historia del sistema capitalista y la del recién finalizado siglo XX, han demostrado que, cuando éste entra en fases que agudizan sus contradicciones, fácilmente muta a situaciones que lo colocan en condiciones más favorables; por ello, sería infantil pensar que el imperialismo planetario puede dar "pases de cortesía" para asistir libremente a presenciar las experiencias revolucionarias que a la larga pueden afectar la existencia misma del capitalismo. Estos quince años de reformas en la economía venezolana y amagos de avances en el cambio de correlación de fuerzas en Latinoamérica, sólo han servido para saldar algunas deudas sociales históricas postergadas por largas centurias de revoluciones frustradas, y de promesas hechas (y traicionadas) a pueblos que han librado los más fieros combates para enfrentar las políticas saqueadoras y “hambreadoras” de una burguesía "nacional", que al amparo de sus socios capitalistas norteamericanos, no ha hecho más que llenar a nuestros pueblos de miseria en nombre de la libertad. La situación de atraso y de dependencia tecnológica, la economía de puertos, el asumir el papel en la división internacional del trabajo de ser simples suministradores de materia prima, atrofiando con ello, nuestras fuerzas productivas, han llevado a que el aparato económico venezolano llegue a niveles de dependencia casi absolutos. Además, está la existencia de la renta petrolera que ha servido para crear un modelo económico verdaderamente improductivo y parasitario, que depende fundamentalmente de esta actividad extractiva. De acuerdo a datos económicos, casi el 95% de las actividades de los diversos sectores de nuestra economía: servicios, exportación, manufactura y transporte, dependen de la renta petrolera. Situación ésta, que ha dificultado cualquier viso de desarrollo de otros campos como la agricultura e industria, los cuales potenciarían una economía realmente diversa que pueda coadyuvar a afrontar situaciones como las que se avizoran en la actualidad, con una caída peligrosa de los precios petroleros a nivel internacional, que amenazan la estabilidad del ensayo de democracia popular iniciado por la Revolución Bolivariana. Nadie duda de las dificultades por las que atraviesa el sistema de dominación mundial, pero de igual forma, estamos conscientes de la alta capacidad de maniobra que aún conserva la corporación militar que gobierna al planeta desde los EEUU, por lo tanto, pensar que los cambios globales están a la vuelta de la esquina, sería desestimar la capacidad de reorganización que ha demostrado el capitalismo en su historia. Es importante tener en cuenta esta visión a la hora de hacer cualquier análisis para ser lo más objetivo posible y ubicar cada elemento en su lugar. En buena medida, el soporte de la Revolución Bolivariana está cimentado en el esfuerzo realizado por el comandante Chávez en pro de mantener un buen precio de los hidrocarburos, que le permitieron garantizar, con el respaldo de las divisas generadas, la aplicación de planes sociales tendientes a mejorar la depauperada situación de grandes sectores de la población desasistida por muchos años. Esta política fue y ha sido incuestionable y justa, ya que surgió como una respuesta coyuntural ante los estragos casi irreversibles que el voraz avance del neoliberalismo había causado en el tejido social de buena parte del pueblo venezolano. El problema es si se puede garantizar el sostenimiento de estos programas sin desarrollar una plataforma económica que a largo plazo pueda subsistir, sin depender de la fluctuación de los volátiles precios del petróleo, elemento muy sensible a las manipulaciones que ejercen sobre él los grandes trusts petroleros, principalmente los estadounidenses. Para ello es imprescindible el impulso rápido y audaz de un aparato productivo nacional que se apoye en una fuerte política de relaciones internacionales de cooperación y solidaridad, que fortalezcan estos planes sociales y no se desestabilicen a la hora de producirse una baja en el cambiante mercado de los hidrocarburos. La dependencia es una condición, es el resultado histórico de la aplicación de un modelo que tiene como propósito mantener e incrementar las relaciones de dominación imperial por parte de las economías capitalistas. Se trata de la división internacional del trabajo, que ubica a los países periféricos como simples proveedores de materias primas y/o como áreas de influencia que garantizan la colocación de los productos elaborados por las economías desarrolladas. Romper con este modelo, requiere obligatoriamente la implementación de un nuevo sistema económico que se contraponga a la lógica del capital, pero éste no puede ser la iniciativa aislada de un pueblo, así como tampoco, puede hacerse sin desarrollar las fuerzas productivas con las cuales se logre romper radicalmente los mecanismos de dependencia creados por el modelo histórico de relaciones capitalistas imperialistas. La planificación central que implica el seguimiento a las políticas públicas, utilizando las ciencias y las tecnologías para garantizar su efectividad, así como la desburocratización y el desmontaje del Estado capitalista burgués –responsable de este orden de cosas-, con el fin de instaurar y dar paso al Estado popular, es la acción neurálgica que representa la garantía de permanencia y sostenimiento del ensayo revolucionario en Venezuela. Durante más de un año, hemos oído con insistencia de parte del gobierno, la afirmación de la existencia de una guerra contra nuestra economía, la cual tiene como propósito debilitar el apoyo popular mayoritario del pueblo hacia su revolución. Esta estrategia de los sectores de la derecha nacional e internacional ha tenido sus efectos; se puede afirmar que hay cierto estado de descontento en sectores tradicionalmente chavistas, producto también, de la aplicación de políticas que no atacan el fondo de los problemas, aunadas a la falta de medidas puntuales que enfrenten sin contemplación fenómenos como la escasez de alimentos, la especulación, el acaparamiento y el desabastecimiento en medicinas y productos de aseo familiar. La victoria sobre esta canalla es una tarea pronta, no debemos esperar que la estrategia golpista se una a la caída de los precios petroleros. Esperar sería realmente peligroso para el Proyecto Bolivariano y la revolución continental que tiene los ojos y las esperanzas puestas en el futuro de Venezuela. Este mensaje ha sido enviado gracias al servicio BlackBerry de Movilnet

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