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lunes, 24 de enero de 2011

Libertadoras de este Siglo

A MIS HERMANAS MUJERES DE LA LUCHA, LAS LIBERTADORAS DE ESTE SIGLO


“Te juro que lucharé por ti.
Que te haré un mundo mejor.
Tu no serán ni esclava ni paria”
Flora Tristán

Esta no es una respuesta a virilidades frustradas en su afán de tener el honor de ser mujer, mucho menos una respuesta compungida a un intento de laceración burda a las mujeres todas, tampoco es un grito de guerra para intelectuales misóginos que usan a las mujeres como excusa para ataques desazonados y absurdos, es más bien una oportunidad para evidenciar una verdad intachable que es incomprensible para el pensamiento pequeño burgués de la derecha de hoy en día.
No es casual que es estos días quieran arremeter contra nosotras, mujeres revolucionarias, precisamente ahora que la derecha venezolana intenta remozarse tras los rostros angelicales de mujeres como María Corina Machado, que en claro indicador del carácter democrático de este proceso bolivariano, ocupan hoy una curul en la Asamblea Nacional. Justo ahora que el pueblo venezolano tendrá la oportunidad de develar las verdaderas contradicciones que se dirimen y la derecha quedará al descubierto en los intereses que defiende, cualquier argumento querrá ser utilizado para distraer nuestra atención y confundir a nuestro pueblo.
Y es que la lucha de clases no es un problema de género, aunque la igualdad de género sea un tema en disputa en la lucha de clases. Las contradicciones entre la clase opresora y nosotros, los históricamente oprimidos y oprimidas abarca muchas otras profundidades. Este sistema capitalista que combatimos hoy nos insta a tomar posiciones, como clase, no simplemente como género, sin embargo, las mujeres conscientes comprendemos que entre las innumerables desdichas que trae ese sistema depredador está la doble explotación de las mujeres como género y sobre las cuales recae el mayor peso de esa desdicha.
Por eso, es cierto que en cada momento histórico las mujeres hemos jugado roles estelares, cada cual desde su posición, desde la opresión y desde la resistencia. Muchas fueron las mujeres que se visibilizaron políticamente durante la cuarta república en su militante defensa de los intereses de los poderíos económicos, que eran los suyos propios, y muchas fueron las que bajo el anonimato, la clandestinidad y el silencio cauteloso resistieron y batallaron para lograr que este proceso bolivariano se hiciera realidad en defensa de los intereses de todos las oprimidas y oprimidos, especialmente a las mujeres, incluso las de la burguesía que son también víctimas de la opresión que este sistema capitalista les impone y que en un ejercicio de disociación defienden a ultranza.
Pero, cuáles eran y son los intereses que defienden estas mujeres alienadas y puestas al servicio de la opresión, cuáles son los privilegios que ostentan ellas, sus familias y sus hijos, cuál es el sistema que desean conservar. Son estas mujeres las que durante la deformada democracia representativa sirvieron para oprimir, acallar y condenar a nuestro pueblo a llevar sobre sus hombros las peores injusticias, no eran las hijos e hijos de la burguesía los que sufrían los embates del capitalismo y el libre mercado, ni sus abuelas y abuelos. Fueron precisamente esas mujeres, no por ser mujeres, sino por su pertenencia a la clase opresora, las que acompañaron, asintieron, diseñaron y ejecutaron toda la política pública que conservaba sus privilegios y los de sus familias y perpetuaban las paupérrimas condiciones de vida de nuestro pueblo, dejándonos simplemente las famosas medidas compensatorias que nos hundían más en la miseria, bajo el incongruente “capitalismo con rostro humano” que el imperio nos vendía como reformismo barato. Y cuando no tuvieron tal “protagonismo” fueron esas mismas mujeres las que primorosamente y desde su confortable hogar acompañaron de manera silente y cómplice a sus hombres opresores, torturadores, corruptos, castradores y violadores de todos los derechos de nuestro pueblo humilde pero valeroso.
Es muy cómodo defender a las mujeres realmente serviles que auparon los intereses desde la clase que se apoderó de todos los beneficios de la Venezuela rentista y grande ha de ser la lista de las mujeres que se prestaron para ello. Han de ser vanagloriadas y lisonjeadas, pero por ellos, por la intelectualidad mediocre que se pone a sus pies como clase social, han de ser de ellas todos esos halagos, se los merecen, los ganaron a pulso y seguramente serán bien recibidos. Lo triste es que estas mujeres se autocastiguen y no puedan comprender que la liberación de nuestro pueblo y su soberanía es la condición idónea para que la emancipación de la mujer se produzca de manera plena y se rompa con el sistema patriarcal que el capitalismo asigna, es en el socialismo que construimos hoy que la mujer realmente se libera y protagoniza la historia, es con el socialismo que se acaban las maquilas, la mano de obra femenina barata, los patrones de belleza impuestos que nos degradan como mujeres, es ahora que nos enrumbamos a dejar de ser las “proletarias de los proletarios” y que somos visibilizadas en nuestro hacer y construir. Nosotras creemos en un mundo en el cual hombres y mujeres, todos, se dignifiquen y la opresión desaparezca definitivamente, lejos del racismo, el sexismo, la explotación y la depredación ecológica.
Para nosotras, mujeres que defendemos la Patria Grande liberada y buena para todos y todas, es el apoyo y el reconocimiento de nuestro mismo pueblo, del que venimos y formamos parte, el que nos engrandece y estimula a seguir en pie de lucha, cada día. Es el ejemplo de nuestras libertadoras de todos los tiempos, nuestra historia viva y militante la que nos insta a seguir los pasos de Manuela, de Alexandra Kollontai, de Louise Michel, Clara Zetkin, Natalia Sedova, Pen Pi Lan, las Madres de la Plaza de Mayo, Livia Gouverner, Argelia Laya, María León, Tania, Celia, Flora Tristan, Hipatya, Rosa Luxemburgo, Simone de Bouvier, Olympe de Gougues, Luisa Cáseres de Arismendi, Ana Soto, Ana María Campos, Hipólita, Josefa Camejo, Nora Castañeda y de todas las anónimas de la historia ocultada por los intelectuales e historiadores de derecha.
Bien lo explicaba nuestra digna directiva en la Asamblea Nacional, aquí está en disputa dos formas de ver el mundo, la democracia y el ejercicio del poder en todas sus dimensiones y las mujeres de nuestro pueblo fijamos posición, estamos al frente de esta disputa y asumimos responsabilidades en la defensa de nuestro proceso de liberación. Por eso cualquier ataque es impropio cuando se vela sobre la base instrumentalizada del género. Hombre y mujeres revolucionarios llevamos la riendas de este proceso que ha tomado las medidas correctas para devolver la dignidad a nuestro pueblo, es con este proceso que las mujeres hemos alcanzado importantes reivindicaciones en lo social, lo cultural, lo económico y lo político. Sobran las pruebas de este hecho, desde la Constitución Bolivariana, el Proyecto Nacional Simon Bolívar, la Portuguesa Socialista, las misiones sociales, especialmente las educativas, la seguridad social, el acceso a un sistema de salud primario, una institucionalidad puesta al servicio nuestro, un marco jurídico que nos defiende y protege, una organización del poder popular que hemos construido de forma protagónica y también, una política cultural que nos devuelve la condición de ser humano y no nos cosifica bajo la idea principalísima de no ser una mercancía.
De modo que las acciones que han emprendido las mujeres revolucionarias son acciones que tomamos como mujeres de una clase oprimida que ha decidido liberarse, y así las respaldamos y defendemos todos, hombres y mujeres de este pueblo libertario. Así que la angustia y el desespero es válido para la canalla que arremetió ayer y hoy contra este pueblo y sus mujeres dignas y valientes, angústiense, desespérense, que les es propio, en esta hora y en esta tierra.
Hoy combatimos como nuestra Manuela, mil veces vilipendiada por los opresores y reaccionarios de todos los tiempos:
“Yo le di a este ejército lo que necesitó: !valor a toda prueba¡ y Simón igual. Él hacía más por superarme. Yo no parecía una mujer. Era una loca por la libertad, que era su doctrina. Iba armada hasta los dientes, entre choques de bayonetas, salpicaduras de sangre, gritos feroces de arremetidos, gritos con denuestos de los heridos y moribundos; silbidos de balas. Estruendo de cañones. Me maldecían pero me cuidaban, solo el verme entre el fragor de una batalla les enervaba la sangre. Y triunfábamos. «Mi Capitana –me dijo un indio-, por usted se salvó la Patria». Lo miré y vi un hombre con la camisa desecha, ensangrentada. Lo que debieron ser sus pantalones le llegaban hasta las rodillas sucias. Sus pies tenían el grueso callo de esos hombres que ni siquiera pudieron usar alpargatas. Pero era un hombre feliz, porque era libre. Ya no sería un esclavo” Manuela. Diario de Paita

Escrito por:
María Teresa Espinoza O.
C.I. V-13.990.614
Mujer, madre, compañera, trabajadora. politóloga y militante del PSUV
Acarigua. Estado Portuguesa. 9/1/11

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