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jueves, 6 de agosto de 2009

EL IMPERIO Y SU CACHORROS EN NUESTRA AMERICA

LOS ZARPAZOS DEL AGUILA HERIDA

¿En qué se parecen el golpista hondureño y el presidente Uribe? En que ambos van en retroceso, se defienden con palabrerías, acuden a la fuerza para sostenerse y son desconocidos en público por el primer administrador del imperio.

Ahora que el imperio declina, se le caen sus garras como al águila decrépita y por ello, ante el golpe perpetrado por las elites de Honduras contra el presidente Zelaya, el pasado 28 de junio, lo primero que dijeron los Estados Unidos fue, que “nadie interviniera en los asuntos internos de ese país”;. Llamando a dejar que esa oligarquía siguiera adelante con sus zarpazos violentos, en contra de un pueblo que construye cambios. Además agregaron, que; “las intervenciones son costumbres del pasado”;, de esa potencia del norte. Ambas declaraciones son típicas de la era Obama, pues de palabra anuncian cambios en la tradicional política de agresión y saqueo realizada por los EEUU en contra de los pueblos, cuando apenas es una retórica, que encubre su maniobra para seguir explotando de manera más sutil.

Por esa misma causa, Uribe en su última visita a los EEUU, en sus conferencias repitió el argumento de “no intervenir en los asuntos internos de Honduras”; y por eso mismo, el embajador colombiano en Tegucigalpa, fue de los últimos en retirarse de ese país. La palabrería no sólo se produce en Washington, también abunda en nuestros países. Para los golpistas hondureños, lo que ellos hicieron fue una defensa de la institucionalidad, así como para Uribe, la agresión que hizo contra Ecuador el 1 de marzo de 2.008, fue una acción defensiva y adjunto a esto, sigue hipotecando el territorio colombiano a los norteamericanos permitiendo el montaje de 5 bases militares mas las que ya posee; y junto con ellas los miles de asesores militares y los mal llamados contratistas, que no responden sino al nombre de mercenarios, especialistas en asesinar, torturar y desaparecer a todo aquel que se niegue a entregar su conciencia y libertad a los designios del imperio.
Para bien de la humanidad, estas agresiones siguen siendo mundialmente rechazadas, así sus perpetradores tercamente les coloquen otros nombres a sus delitos y crímenes. Junto a la condena a las agresiones imperialistas y oligárquicas, está la exigencia de justicia. En semanas pasadas, un juez ecuatoriano llamó a la cúpula militar de Bogotá a responder por la agresión del 1 de marzo; pero además por ella deben responder la elite colombiana y los cabecillas imperialistas que la dirigieron.
Para el caso de los asesinatos de opositores en Colombia por parte del régimen, nadie llama a responder a esa misma cúpula militar, así 10 generales sean denunciados por el capo narco paramilitar Salvatore Mancuso, como cabecillas del genocidio a la oposición. Aquí también la responsabilidad es triple: la cúpula militar y narco paramilitar, la oligarquía y el imperialismo.

Mientras el imperio declina, sus cachorros arrinconados lanzan violentos zarpazos; ambos se aferran a sus privilegios mientras se defienden con palabrerías y acciones de fuerza, pero ni unas ni otras van a impedir el avance de los pueblos Nuestramericanos, en la construcción de cambios a la medida de sus sueños de dignidad y de paz.

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