Por: José Bonilla A.
El 28 de Mayo se cumplieron 145 años, cuando luego de 73 días del pueblo parisino haber declarado la Comuna de París, ya pocos comuneros quedaban resistiendo en el cementerio de la capital francesa, el Pére -Lachaise. Fue el año glorioso de 1871, cuando los trabajadores parisinos a todo riesgo decidieron dirigir por su propia cuenta, la construcción de una República francesa liberada y libre que desde 1789, encabeza la burguesía pero que no se hizo realidad para el pueblo ninguna de las consignas como libertad, fraternidad, igualdad y propiedad; funcionó la libertad burguesa, la de explotar al que no tiene medios de producción, libertad burguesa para comprar libremente la fuerza de trabajo por el precio que más le conviene; fraternidad entre los burgueses opresión para los trabajadores; igualdad entre los burgueses mismos, desigualdad para los demás, y la propiedad se restringió a la propiedad burguesa, porque la mayoría del pueblo francés siguió siendo expropiado.
Estas consignas, tampoco se realizaron en otros intentos revolucionarios como en 1830 que instaló un régimen monarquico, ni los levantamientos obreros de del 2 de Junio 1848, de donde de la propia República salió la vía golpista con miles de trabajadores muertos, para que en Diciembre del 1851, Luis Napoleón se coronará como Napoleón III, reivindicando a su tío Napoleón Bonaparte.. Con la guerra Francia – Prusia se dió la gran oportunidad y a ese valeroso intento de los trabajadores a quienes hoy le estamos rindiendo este sentido homenaje, porque los miles de trabajadores muertos caidos en las calles de París defendiendo la Comuna, mostraron que su sacrificio por alcanzar la liberat no fue vano.
Con su acción revolucionaria, habían tomado el cielo por asalto, como lo define Marx, obligados por la cobardía burguesa de entregar Francia a los Alemanes. Han pasado 145 años que los trabajadores de París, demostraron en escasos 73 días, desde el 18 de Marzo hasta el 28 de Mayo, que la clase trabajadora organizada puede gobernar y dirigir la producción y la vida en general, sin la necesidad de la presencia de los capitalistas, ni de otra figura que venga a sustituirlos. Nos enseñaron a los demás pueblos del mundo, que lo considerado imposible, es realizable por la fuerza transformadora de los trabajadores.
La utopía de una sociedad libre de los explotadores, se hizo realidad en tan poco tiempo, sin que las fuerzas contrarrevolucionarias le dieran tiempo de seguir aprendiendo en el proceso, de autodescubrirse como los creadores reales de la riqueza social, de corregir los errores, casi todos originados en la ingenuidad y en la fractura existente por la presencia de concepciones que iban desde posiciones socialdemocratas, (la izquierda) pactar con el enemigo, hasta las posiciones más radicales, (República sin conciliaciones), pasando por los que creían en un golpe dado por un grupo de vanguardia y por quienes creen que hace falta una estructura especial, partido, para que dirija a nombre de los trabajadores en la construcción del socialismo. Cada grupo halaba para su lado, con la excepción del planteamiento unitario de la clase hecho por los Internacionalistas de la Asociación Internacional del Trabajo, llamada 1a. internacional que coincidían con Carlos Marx y Federico Engels, los cuales constituían un grupo minoritario dentro de la Comuna.
Campeaba el sectarismo y la confusión sobre los pasos a dar. Si nos acercamos por un momento a lo que nos pasa hoy en Venezuela hay mucha semejanza, con las diferencias que puedan existir entre estos dos procesos, es algo que se debe discutir entre los revolucionarios de una manera franca y sincera a la luz de estas experiencias revolucionarias. Sin embargo, en el caso de la Comuna, la presión ejercida por la agresividad criminal de la burguesía y su ejército, iban estimulando a que las distintas posiciones existentes en la Comuna, llegasen a elementos unitarios para enfrentar el enemigo común.
En esta confrontación, ofrendaron sus vidas militantes de todos los grupos; no hubo titubeos a la hora de defender lo alcanzado. Mujeres y hombres de todas las edades, niños desde los 8 años quisieron combatir y murieron al lado de los adultos, Próspero Lissagaray en su libro, La Comuna de París, nos narra el caso de un niño de 12 años que ya próximo a ser fusilado, un oficial del ejército francés lo llama para salvarle la vida, y el niño luego que lo escucha, se devuelve hacia donde estaban sus camaradas que iban a ser fusilados, se coloca al lado de ellos y muere con todos los demás, fusilado por ser comunero, porque así se consideraba.
Las mujeres jugaron un gran papel en la defensa de las Comunas y muchas de ellas agrupadas en las llamadas "Carboneras", encargadas de cargar y limpiar los fusiles y prestar el servicio de enfermeras, cuando se radicalizó el combate fueron a él e invitaron a los hombres a realizar acciones contra Versalles y les conminaban a no rendirse a seguir la lucha, Luise Michel, maestra y poetiza anarquista, es un ejemplo que vivió hasta el comienzos del siglo XX (1905) quien luchó hasta el final, fue hecha prisionera y mandada a Nueva Caledonia donde se une a los independentistas y funda escuelas para los naturales de la isla. Hasta el final de sus días se dedicó a escribir la historia de los acontecimientos de la Comuna y bellos poemas que exalta con amor esa gloriosa gesta de los trabajadores de París.
Tampoco podemos olvidar la Unión de Mujeres donde se recuerdan a la Internacionalista rusa Elisabeth Dmitrieff, amiga de Carlos Marx y otra internacionalista francesa Nathalie Le Mel, fundadora del sindicato de encuadernadoras y encuadernadores. La Comuna de París fue internacionalista, hombres como Giuseppi Garibaldi (general y héroe italiano) fue elegido para la Comuna; los principales jefes militares fueron Polacos como Dombrowski y Wrobleski; húngaros como Frankel y además la Comuna asumioó como bandera, la bandera roja de la República Universal. Fueron más de 100 mil comuneros entre muertos en combate, fusilados, prisioneros y expulsados de Francia en calidad de prisioneros a Cayena y Nueva Caledonia. Los combates fueron de calle en calle tomadas por los comuneros, hasta que libraron el último combate en en el cementerio de Pére -Lachaise donde quedaron sobre las tumbas, 147 comuneros fusilados y otros que ya habían caido en combate.
La historia y las enseñanzas de la Comuna de París, debe ser estudiada en las Comunas en Venezuela, por todos los revolucionarios, porque la huella práctica y teórica dejada por aquellos héroes le pertenece al mundo, por eso la burguesía ha hecho los mayores esfuerzos porque se le olvide. Los habitantes de París, si la recuerdan, es como un hecho más, y no puede darse a conocer porque la sociadad capitalista corre el peligro que ella en la memoria de los trabajadores, sea la guía práctica de cómo actuar en los momentos en se tiene la posibilidad de volver a tomar el cielo por asalto y dar al traste con el capitalismo y todas las estructuras políticas y sociales que con el capitalismo se levantan como un todo para mantener la explotación y la opresión.
El conflicto de clase, allí mostró quién es quién, la burguesía acobardada por la derrota que le propina el ejército alemán, pedía asustada firmar la claudicación y entregar París y a toda Francia al ejército Prusiano, miedosa olvidaba su debilitado patriotismo e imploraba rendición y no presentar ninguna resistencia al ejército que había puesto en ridículo a las fuerzas del emperador de Francia. El gobierno burgués – orleanista, que sustituyó a Napoleón III, quien ya estaba prisionero, lanzó puros discursos mientras engañaba al pueblo parisino, firmó con los alemanes la entrega, y comenzó a preprarse contra la insurreción popular que se negaba a entregarse, y luego convertida en fuerza, con el enano Thiers a la cabeza, inicia el proceso de exterminio a sangre y fuego de los comuneros, que en algún momento creyeron que estos traidores eran la garantía de la defensa de París y Francia.
La burguesía usando, la alevosía, la perfidia contra el pueblo y la infidelidad a Francia, mostró una vez más la clase que es y el tipo de sangre que tiene, que circula como el dinero empujado por la avaricia y la mezquindad de esta clase. El capital es su patrono y señor, por el cual manda para el infierno todo tipo de principio humano que le pudiera quedar.
Dentro de los sectores pequeño – burgueses, hubo elementos consecuentes, pero no dejó de estar presente en ellos, la vacilación, la duda, la indecisión, propia de este sector social que se juega entre las dos posibilidades, caer a los niveles del proletariado, o elevarse a las alturas burguesas; la mayor parte de las veces tiende hacia el proletariado por que en los planes de la gran burguesía no son incluidos.
La gran fuerza revolucionaria de la Comuna de París, fueron los trabajadores, quienes vieron clarita la posibilidad de zafarse de las cadenas capitalistas y no tuvieron ningún tipo de dudas para asumir a la Comuna, como la forma social para ser libres, a la vez que defendían a París y a Francia, y abrían el camino para que los trabajadores del mundo siguieran su ejemplo, de su victoría dependía la historia victorioda futura de los trabajadores del mundo y de su derrota que no suponían, una experiencia más en la larga lucha de los trabajadores por su definitiva emancipación. La burguesía francesa, los monárquicos franceses, la izquierda timorata francesa, el republicanismo no socialista, Biskmarck y su ejército prusiano y todos los enemigos de los trabajadores de parisínos, nos dice Hypolite Prosper – Olivier Lissagaray "Ellos, al ver este París capaz de alumbrar un mundo nuevo, este corazón henchido de la mejor sangre de Francia, no tuvieron más que una idea: Sangrar a París". Y así ocurrió, por las calles de la ciudad rodó la más limpia, pura sangre de los verdaderos revolucionarios y deambula día y noche como bandera que anuncia la libertad humana sin las cadenas de la explotación y la opresión impuesta por el capital.
Qué arrojo, qué consecuencia revolucionaria la de los comuneros.Los revolucionarios del mundo no podemos olvidar porque forma parte vital de nuestra historia. Los poetas y escritores caídos; los que sobrevivieron como Victor Hugo y Rimbaud, dejaron con sus escritos las huellas imperecederas de los Comuneros de la Comuna de París. Sus errores y desaciertos, sus limitaciones intelectuales se quedan enananos ante tanta osadía, ante tanto desprendimiento y nos queda repetir gritando ¡Proletarios del Mundo Uníos!
Si quieren saber más sobre la Comuna de París y sus enseñanzas, les recomendamos se lean el libro "La Comuna de París" de Hypolite Prosper – Olivier Lissagaray un comunero que sobrevivió para contar lo que vió y vivió.