La permanente formacion debe ser una tarea del revolucionario, solo el sano debate de ideas y la dialectica que genera la lucha de clases permite la construccion de la nueva sociedad.
LENIN, PROPUESTA DE ORGANIZACIÓN A PARTIR DE LOS ACONTECIMIENTOS DE LA COMUNA DE PARIS
Los Sóviets de Diputados Obreros, Soldados, Campesinos, etc., son incomprendidos no sólo en el sentido de que la mayoría no ve con claridad su significación de clase ni su papel en la revolución rusa; son incomprendidos también en el sentido de que representan una nueva forma, o más exactamente, un nuevo tipo de Estado.
El tipo más perfecto, más avanzado de Estado burgués es la república democrática parlamentaria. El Poder pertenece al Parlamento; la máquina del Estado, el aparato y los órganos de gobierno son los usuales: ejército permanente, policía y una burocracia prácticamente inamovible, privilegiada y situada por encima del pueblo.
Pero desde finales del siglo XIX las épocas revolucionarias hacen surgir un tipo superior de Estado democrático; un Estado que, en ciertos aspectos, deja ya de ser, según la expresión de Engels, un Estado: “no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra”. Nos referimos al Estado del tipo de la Comuna de París, que sustituye el ejército y la policía, separados del pueblo, con el armamento directo e inmediato del pueblo.
En esto reside la esencia de la Comuna, tan calumniada y tan mentirosamente desfigurada por los escritores burgueses, y a la que, entre otras cosas, atribuían erróneamente la intención de “implantar” en el acto el socialismo.
La revolución rusa comenzó a crear, primero en 1905 y luego en 1917, un Estado precisamente de ese tipo. La República de los Sóviets de Diputados Obreros, Soldados, Campesinos, etc., congregados en la Asamblea Constituyente de los representantes del pueblo de toda Rusia, o en el Consejo de los Sóviets, etc.: he ahí lo que está encarnando ya en la vida nuestro país, ahora, en este momento, por iniciativa de un pueblo de millones y millones de hombres, sin esperar a que los señores profesores demócratas constitucionalistas escriban sus proyectos de ley para crear una república parlamentaria burguesa, y sin esperar tampoco a que los pedantes y rutinarios de la “socialdemocracia” pequeñoburguesa, renuncien a sus tergiversaciones de la teoría marxista del Estado.
El marxismo se distingue del anarquismo en que reconoce la necesidad del Estado y del Poder estatal durante el periodo revolucionario en general, y en la época del tránsito del capitalismo al socialismo en particular.
El marxismo se distingue del “socialdemocratismo” pequeñoburgués y oportunista en que el Estado que considera necesario para esos periodos no es un Estado como la república parlamentaria burguesa corriente, sino un Estado del tipo de la Comuna de París.
Las diferencias fundamentales entre este último tipo de Estado y el antiguo estriban en lo siguiente:
De la república parlamentaria burguesa es muy fácil volver a la monarquía (la historia lo demuestra), ya que queda intacta toda la máquina de opresión: el ejército, la policía y la burocracia.
La Comuna y los Sóviets de Diputados Obreros, Soldados, Campesinos, etc., destruyen y eliminan esa máquina.
La república parlamentaria burguesa dificulta y ahoga la vida política independiente de las masas, su participación directa en la edificación democrática de todo el Estado, de abajo a arriba. Con los Sóviets de Diputados Obreros y Soldados ocurre lo contrario.
Los Sóviets reproducen el tipo de Estado que iba formando la Comuna de París y que Marx calificó de “la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo”
Suele objetarse que el pueblo ruso no está preparado todavía para “implantar” la Comuna. Es el mismo argumento que empleaban los feudales, cuando decían que los campesinos no estaban preparados aún para la libertad. La Comuna, es decir, los Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos, no “implanta”, no se propone “implantar” ni debe implantar ninguna transformación que no esté ya perfectamente madura en la realidad económica y en la conciencia de la inmensa mayoría del pueblo.
Cuanto mayores son la bancarrota económica y la crisis engendrada por la guerra, más apremiante es la necesidad de una forma política, lo más perfecta posible, que facilite la curación de las horrorosas heridas causadas por la guerra a la humanidad. Y cuanto menos experiencia tenga el pueblo ruso en punto a organización, tanto más resueltamente habrá que emprender la labor de organización del pueblo mismo y no exclusivamente de los politicastros burgueses y funcionarios con “puestecitos lucrativos”.
Cuanto más rápidamente nos desembaracemos de los viejos prejuicios del pseudomarxismo, del marxismo desnaturalizado, cuanto más celosamente ayudemos al pueblo a crear sin demora y por doquier Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos, a que éstos se hagan cargo de toda la vida pública, más fácil le resultará al pueblo pronunciarse a favor de la República de los Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos (por medio de la Asamblea Constituyente o sin ella,…). En esta nueva labor de organización del pueblo mismo serán inevitables al principio ciertos errores, pero es mejor equivocarse y avanzar que esperar a que los profesores y juristas escriban las leyes convocando la Asamblea Constituyente, eternizando Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos.
Si nos organizamos y hacemos con habilidad nuestra propaganda conseguiremos que no sólo los proletarios, sino nueve décimas partes de los campesinos estén contra la restauración de la policía, contra la burocracia inamovible y privilegiada y
contra el ejército separado del pueblo. Y precisamente en eso, y sólo en eso, estriba el nuevo tipo de Estado.
LENIN- LAS TESIS DE ABRIL
LAS TAREAS DEL PROLETARIADO
EN NUESTRA REVOLUCIÓN
(Proyecto de plataforma del Partido proletario)
PARAGRAFO 11
Los Sóviets de Diputados Obreros, Soldados, Campesinos, etc., son incomprendidos no sólo en el sentido de que la mayoría no ve con claridad su significación de clase ni su papel en la revolución rusa; son incomprendidos también en el sentido de que representan una nueva forma, o más exactamente, un nuevo tipo de Estado.
El tipo más perfecto, más avanzado de Estado burgués es la república democrática parlamentaria. El Poder pertenece al Parlamento; la máquina del Estado, el aparato y los órganos de gobierno son los usuales: ejército permanente, policía y una burocracia prácticamente inamovible, privilegiada y situada por encima del pueblo.
Pero desde finales del siglo XIX las épocas revolucionarias hacen surgir un tipo superior de Estado democrático; un Estado que, en ciertos aspectos, deja ya de ser, según la expresión de Engels, un Estado: “no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra”. Nos referimos al Estado del tipo de la Comuna de París, que sustituye el ejército y la policía, separados del pueblo, con el armamento directo e inmediato del pueblo.
En esto reside la esencia de la Comuna, tan calumniada y tan mentirosamente desfigurada por los escritores burgueses, y a la que, entre otras cosas, atribuían erróneamente la intención de “implantar” en el acto el socialismo.
La revolución rusa comenzó a crear, primero en 1905 y luego en 1917, un Estado precisamente de ese tipo. La República de los Sóviets de Diputados Obreros, Soldados, Campesinos, etc., congregados en la Asamblea Constituyente de los representantes del pueblo de toda Rusia, o en el Consejo de los Sóviets, etc.: he ahí lo que está encarnando ya en la vida nuestro país, ahora, en este momento, por iniciativa de un pueblo de millones y millones de hombres, sin esperar a que los señores profesores demócratas constitucionalistas escriban sus proyectos de ley para crear una república parlamentaria burguesa, y sin esperar tampoco a que los pedantes y rutinarios de la “socialdemocracia” pequeñoburguesa, renuncien a sus tergiversaciones de la teoría marxista del Estado.
El marxismo se distingue del anarquismo en que reconoce la necesidad del Estado y del Poder estatal durante el periodo revolucionario en general, y en la época del tránsito del capitalismo al socialismo en particular.
El marxismo se distingue del “socialdemocratismo” pequeñoburgués y oportunista en que el Estado que considera necesario para esos periodos no es un Estado como la república parlamentaria burguesa corriente, sino un Estado del tipo de la Comuna de París.
Las diferencias fundamentales entre este último tipo de Estado y el antiguo estriban en lo siguiente:
De la república parlamentaria burguesa es muy fácil volver a la monarquía (la historia lo demuestra), ya que queda intacta toda la máquina de opresión: el ejército, la policía y la burocracia.
La Comuna y los Sóviets de Diputados Obreros, Soldados, Campesinos, etc., destruyen y eliminan esa máquina.
La república parlamentaria burguesa dificulta y ahoga la vida política independiente de las masas, su participación directa en la edificación democrática de todo el Estado, de abajo a arriba. Con los Sóviets de Diputados Obreros y Soldados ocurre lo contrario.
Los Sóviets reproducen el tipo de Estado que iba formando la Comuna de París y que Marx calificó de “la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo”
Suele objetarse que el pueblo ruso no está preparado todavía para “implantar” la Comuna. Es el mismo argumento que empleaban los feudales, cuando decían que los campesinos no estaban preparados aún para la libertad. La Comuna, es decir, los Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos, no “implanta”, no se propone “implantar” ni debe implantar ninguna transformación que no esté ya perfectamente madura en la realidad económica y en la conciencia de la inmensa mayoría del pueblo.
Cuanto mayores son la bancarrota económica y la crisis engendrada por la guerra, más apremiante es la necesidad de una forma política, lo más perfecta posible, que facilite la curación de las horrorosas heridas causadas por la guerra a la humanidad. Y cuanto menos experiencia tenga el pueblo ruso en punto a organización, tanto más resueltamente habrá que emprender la labor de organización del pueblo mismo y no exclusivamente de los politicastros burgueses y funcionarios con “puestecitos lucrativos”.
Cuanto más rápidamente nos desembaracemos de los viejos prejuicios del pseudomarxismo, del marxismo desnaturalizado, cuanto más celosamente ayudemos al pueblo a crear sin demora y por doquier Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos, a que éstos se hagan cargo de toda la vida pública, más fácil le resultará al pueblo pronunciarse a favor de la República de los Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos (por medio de la Asamblea Constituyente o sin ella,…). En esta nueva labor de organización del pueblo mismo serán inevitables al principio ciertos errores, pero es mejor equivocarse y avanzar que esperar a que los profesores y juristas escriban las leyes convocando la Asamblea Constituyente, eternizando Sóviets de Diputados Obreros y Campesinos.
Si nos organizamos y hacemos con habilidad nuestra propaganda conseguiremos que no sólo los proletarios, sino nueve décimas partes de los campesinos estén contra la restauración de la policía, contra la burocracia inamovible y privilegiada y
contra el ejército separado del pueblo. Y precisamente en eso, y sólo en eso, estriba el nuevo tipo de Estado.
LENIN- LAS TESIS DE ABRIL
LAS TAREAS DEL PROLETARIADO
EN NUESTRA REVOLUCIÓN
(Proyecto de plataforma del Partido proletario)
PARAGRAFO 11